The Beatles: Eight Days a Week. Épica universal
“Reality leaves a lot to the imagination.”
John Lennon
Ron Howard tiene esa habilidad innata de convertir en épico cualquier relato que dirige, ya sea un biopic (desde Una mente maravillosa –A Beautiful Mind, 2001- hasta Cinderella Man –Íd., 2005-), un episodio histórico (Apolo 13 – Apollo 13, 1995- o el menos valorado y por contra uno de sus mejores films, Rush –Íd., 2013-), un homenaje (Llamaradas –Backdraft, 1991-), o, por fin, una fantasía épica (Willow –Íd., 1988-). Así que… ¿cómo no conseguir un documental épico sobre Los/The Beatles? Era imposible. Y claro… es épico.
Howard se encarga de ordenar el material inédito conseguido de forma que conozcamos la parte más humana (y gamberra) del grupo. El estrés de tanto concierto multitudinario. La falta de privacidad. El origen de todo pero, por encima de todo, la gran explosión que supuso ser el primer grupo en llenar estadios para ofrecer sus conciertos a hordas de chicas y (los menos) chicos ansiosos por ver en directo a sus ídolos.
Esto, sumado al uso de la pantalla partida para poder seguir varios puntos de vista de un mismo suceso; a la voz en off de grabaciones en habitaciones de hotel que nunca antes habían visto la luz, o a entrevistas actuales a Paul McCartney o Ringo Starr, hacen las delicias de un público al que le saben a poco las dos horas de metraje. Y, no obstante, quizá lo que deba destacarse es el testimonio recogido de famosos escritores, cantantes y grandes estrellas de Hollywood, con lágrimas en los ojos recordando cómo pudieron asistir a un concierto del grupo, o incluso, como Sigourney Weaber, rememorando el vestuario escogido para la gran ocasión (porque, claro, se iban a fijar en ella).
La camaradería que rezuman las fotos y audio conseguidos para The Beatles: Eight Days a Week llena al espectador de admiración, y nostalgia (de algo que, en la mayoría de casos, no ha vivido).
Un espectador al que se le eriza la piel al escuchar los grandes éxitos del cuarteto, ver la naturalidad con la que fomentaban nuevas formas de pensar (increíble, incluso a estas alturas, que fuese un grupo de pop el que ayudase a erradicar la segregación racial en algunas ciudades de Estados Unidos, simplemente negándose a tocar para un público dividido por el color de su piel), o, sencillamente, conociendo de primera mano cómo se conocieron Lennon y McCartney, cómo entró Ringo Starr en el grupo, o cuál era el proceso creativo de un grupo musical total y absolutamente atípico.
Pero, como siempre pasa con Howard, queda un pequeño regusto amargo en la boca tras catar el film. Y es que tanta epicidad se adolece, lógicamente, de una visión parcial. Y si bien el director en ningún momento evita hablar de algunos episodios controvertidos de Los/The Beatles, es bien cierto que los cita, más bien, de pasada. El problema con las drogas que tuvo el grupo se explica casi de pasada, e incluso con un punto de vanagloria por parte de McCartney, al recordar el rodaje del film Help! (Íd., Richard Lester, 1965). Las consecuencias de algunas de las declaraciones de Lennon también parece se pasen como algo esporádico y circunstancial, cuando por muchos es sabido que le generaron muchísimos problemas. Tampoco se hace hincapié en cuál era la vida de cada uno de los miembros cuando no estaban “haciendo de” Beatle, y en cambio parece más que natural que hayan llegado a casarse y formar una familia (siguiendo el transcurso de los acontecimientos del documental y su tempo, parece que básicamente conseguirlo fuese imposible). En definitiva, que para el espectador que no busca un exclusivo homenaje, el documental puede acabar catalogándose como de ficción. No porque lo que explique no sea cierto, sino porque omite tanta información que decepciona.
Los/The Beatles fueron únicos, eso es indiscutible. Howard dedica todos sus esfuerzos a mantener el aura alrededor de los componentes del grupo, creando esa épica para todos los públicos a la que ya nos tiene acostumbrados, y se olvida de ahondar en los problemas que debieron perseguir durante esos años a cada uno de los miembros del grupo. Pero, por otro lado, ¿de qué sirve conocer la verdad? ¿No puede ser esa verdad tan naïve como la que siempre muestra Howard? Vivimos una época en la que este tipo de historias nos ayudan, por ejemplo, a pensar que trabajar en grupo es la clave para el éxito, tal y como se refuerza continuamente en el film. Así que… vivamos todos la ilusión de Los/The Beatles… ocho días a la semana.
TRAILER – The Beatles: Eight Days a Week – The TouringYears (Íd., Ron Howard, 2016):
Enorme documental, altamente recomendable tanto para fans del grupo como para cualquier amante de la música.