#Sonar+D2017N1: de tradiciones y robots. Diseñando el futuro
Los grandes avances tecnológicos… ¿responden a lo que la sociedad necesita, o responden a lo que se espera acabe siendo nuestra sociedad? La pregunta no es nueva, pero tampoco trivial. Escritores visionarios ya definieron mundos que se han ido convirtiendo en realidad, y realizadores consagrados transformaron mucha de esa inventiva en imágenes ya aceptadas por todos. En 2001: Una odiesa del espacio (2001: A Space Odissey, Stanley Kubrick, 1968), el director interpretó las palabras de Arthur C. Clarke y orquestó un imaginario científicamente válido (siendo pionero, además, en utilizar el product placement, no tanto con fines lucrativos sino para generar en el espectador un vínculo personal que le identificase con ese mundo futuro que se le estaba presentando…). Otro ejemplo cliché, el del universo Blade Runner (Íd., Ridley Scott, 1982): Philip K. Dick transformado visualmente en coches voladores, androides/replicantes escondidos entre los humanos, prótesis que convierten a estos últimos en cyborgs… un futuro masivo, oscuro, desordenado… y bello.
¿Es este nuestro devenir, o está ya prefabricado?
En este Sonar+D 2017 encontramos dos conferencias que se alejan un poco de esta tremebunda visión casi apocalíptica del futuro del ser humano y su entorno. Dos conferencias que tienen un mismo objetivo: ensalzar los avances tecnológicos para el bien de un ser humano que no debe someterse a sus propias creaciones, ni debe tener miedo a ellas.
Sarah Pink, de la RMIT University, habló en Sónar+D 2017 sobre Etnografia Digital, planteando, por un lado, que la tecnología, irremediablemente (si es que alguien considera que es algo malo) convive con nosotros, pertenezcamos a la comunidad que pertenezcamos, en dos niveles paralelos no separables, material (teléfonos, lavadoras…) e inmaterial (internet); por otro, y más interesante… que el futuro no es predecible y, por tanto, las tecnologías no pueden diseñarse para él.
Esta afirmación, que puede parecer, a priori, lógica, demuestra que se está trabajando para un mundo como el reflejado en las películas citadas. Solucionar problemas aun no existentes, en lugar de escuchar. Porque sí, anticipar el futuro es posible, y herramientas como la economía predictiva y el Big Data se utilizan en diseño para ello pero, analizando el día a día de las personas en distintas comunidades de todo el mundo, nos damos cuenta de que, muchas veces, el fin por el que se creó y fabricó un item concreto no es el que acaba siendo utilizado. Todos recordamos cómo el móvil acabó desplazando a las cámaras digitales para uso no profesional, por ejemplo. Y Sarah Pink está obsesionada con el uso que en distintos lugares del mundo se hace de las lavadoras.
Es aquí cuando introduce su convicción: el acercamiento antropológico al futuro, el que realmente puede ayudar a que el diseño tecnológico tenga en cuenta las necesidades reales de su/s socieda/es, tiene en cuenta cómo la gente improvisa su utilización. Cómo la hace evolucionar. Contingencia pasada, presente y futura, desde la improvisación.
Escuchar al que utiliza la tecnología, o al que va a necesitarla, nos lleva al otro extremo: de lavadoras a robots. De tecnología básica a la convivencia del ser humano con unas creaciones tan similares a él mismo, que da miedo pensarlo.
¿Da miedo? ¿Por qué?
Carla Diana lo tiene claro: “somos nosotros [el ser humano] los que inventamos los trabajos. Simplemente ahora debemos inventar otros”.
Artista y diseñadora de robots, en su conferencia muestra algunos de sus proyectos más interesantes, y lo hace vinculándonos a sus inquietudes personales, desde que era muy niña y se imaginaba abrazando a un teddy bear robot (que acabó construyendo, claro), hasta confesar que su película favorita es Regreso al Futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis, 1985)…algo con lo que personalmente me hizo conectar incluso más con toda su visión.Nos explica que la mejor forma de explicar para The New York Times cómo visualiza ella el futuro inmediato, fue realizando este vídeo:
De esta forma, nos descubre el concepto de social robotics, es decir, de tecnología robótica insertada en nuestro día a día, explicando desde proyectos como el de la maceta que no sólo indica que es necesario regar la planta sino que se conecta con la de un amigo para informarte de si él lo ha hecho ya, o el objeto/campana que graba sonidos durante todo el día y que, al agitarlo y ponérnoslo cerca del oído, nos devuelve de forma random lo que ha ido almacenando, para ayudarnos en nuestra creatividad.
Claro está, los más interesantes, los más futuristas, siempre nos parecen que son los que tienen que ver con androides. Carla Diana habla de Poli, un robot/enfermera que ayuda a este estamento en las tareas más operativas (hacer inventario, preparar el material) para dejar más tiempo al humano para estar en contacto con el paciente, o de Simon y Curi, dos robots diseñados para hacer compañía en nuestros hogares y que están continuamente aprendiendo. Y, en este punto, la conferenciante ofrece las palabras más interesantes de su speech: al diseñar un robot de estas características es muy necesario tener en cuenta que, para que no sea rechazado, éste debe tener rasgos amables pero no demasiado humanos: debemos darnos cuenta fácilmente de que estamos interactuando con una máquina, no con un hombre.
Por otro lado, el aspecto aniñado de Simon y Curi responde a una necesidad imperiosa de facilitar la empatía con la máquina, además de mostrar visualmente ese lenguaje de comprensión gestual que necesita la máquina. Porque necesita aprender las palabras, los colores, como un niño: una mente abierta y divertida que debe alimentarse poco a poco, y sin cesar.
Para acabar, remarcar una de las profesiones que van a surgir en breve (en realidad, ya existe) y que Carla Diana defiende como de utilidad básica: el Robot Whisperer. Curioso: se necesitarán personas que nos ayuden a comprender a las máquinas, y a ellas, a comprender a los humanos.
La conferencia completa de Carla Diana puede seguirse desde la cuenta de facebook de Sonar+D 2017.
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