#Sitges2019N8 (madurez)

#Sitges2019N8, Madurez. De martillos, gatos y canciones populares

 

Patrick (De Patrick, Tim Mielants, Bélgica, 2019, Noves Visions)
Koko-di koko-da (Íd., Johannes Nyholm, Suecia/Dinamarca, 2019, Noves Visions)

 

Encontrarse a uno mismo no es tarea fácil. Cuesta en la adolescencia, pero parece que pronto sabemos lo que queremos hacer. Y también que somos invencibles. Luego nos llega la crisis de los treinta, la de los cuarenta. Volvemos a preguntarnos si nuestra vida es tal y como habíamos imaginado. Algunos valientes cambian el rumbo de sus últimas decisiones. Otros nos acomodamos y no protestamos. Como los de El hoyo, por ejemplo.

A veces un imprevisto, com la muerte de un hijo, o un invariable de esos que no nos gusta reconocer, como la muerte de un padre, son el revulsivo para sacarnos de nuestro estupor. Es muy posible que el trauma nos lleve a bloquearnos, o a avanzar haciendo caso a un duelo mal llevado y, por tanto, a girar hacia una dirección más equivocada que la actual

Y a veces, y sólo a veces, somos capaces de conseguir encontrarnos de nuevo.

Hoy hablamos de alcanzar la madurez, a través de Patrick y Koko-di koko-da.

 

Patrick

 

Patrick es el hijo del encargado de un camping nudista. El peso en la comunidad de clientes de su padre, así como su personalidad sumisa, hacen que Patrick no se atreva a destacar. Cuando la muerte de su progenitor derive en la decisión de que él tome las riendas del negocio… su única obsesión será encontrar el martillo nº 4 que ha desaparecido de la colección.

A Patrick le sobrevuela un humor extraño, cautivador, base de esa metáfora que es encontrar el Santo Grial, la madurez, en forma de un martillo robado por alguno de los clientes. La obsesión del personaje principal, la obsesión de conseguir cerrar correctamente una misión, se convierte en manos del guionista y director (opera prima del que hasta la  fecha centrado se ha centrado en dirigir series tipo Peaky Blinders) en una odisea absorvente. Planos que se encargan de relativizar los continuos desnudos para centrarse en poner el foco en las expresiones no vervales del actor protagonista, en sus posturas y miradas. Patrick, un hombre de treinta y ocho años que nunca ha tomado una decisión propia se ensalza representante de una generación perdida que encuentra en la búsqueda del objeto su manera de enfrentarse a todos aquellos que han decidido planear su propia vida, desde unos padres que le han sobreprotegido hasta un entorno que quiere sacar de él el mayor provecho, pasando por sí mismo, incapaz de darse una oportunidad por miedo a destacar. Así que el espectador, perdido también en ese microcosmos de planos y planos surrealistas que son el día a día del protagonista, se encuentra inmerso en la reflexión de cómo salir de su propio ensimismamiento, hasta que pueda celebrar el alcanzar la autoconfianza con un simple “sí, es mi martillo”, toda una declaración de intenciones que llena de esperanza a Patrick, a Patrick, y a los que ya estamos en los cuarenta y tantos y nos encontramos en la misma situación que el protagonsita.

El martillo es el desencadenante de la búsqueda de madurez personal en Patrick. La muerte de una niña de ocho años el día de su cumpleaños, es el desencadenante del proceso de duelo, de reencuentro personal y de reconexión de vínculos de sus dos padres, en Koko-di kodo-da. La madurez es, en este caso, el proceso, y no el fin.

 

Koko-di koko-da

 

La hija de la pareja protagonista muere inesperadamente durante unas vacaciones, y años después la pareja decide volver a intentar disfrutar juntos de un tiempo de relax yendo de acampada. No obstante, por la mañana serán las víctimas de un farandulero y su tropa… hasta que la pareja vuelva a vivir la noche anterior. y vuelva a despertar a la mañana siguiente, y a encontrarse con sus asesinos. Y vuelva a la noche anterior, y vuelvan amorir, y vuelvan…

Ciclos temporales al servicio del autoanálisis.

Porque Koko-di koko-da primero se centrará en la aflición del hombre. Cada día, cuando su mujer le despierte, intentará salvar su vida. A veces arrastrando a su mujer, a veces centrándose en su propio egoísmo. Reveladoras son las imágenes en medio del bosque en las que él decide salir corriendo de la tienda de campaña dejándola a ella dentro, para esconderse en el coche o para salir huyendo en él, aun sabiendo el terrible destino de su mujer. La pareja está en crisis, hace tiempo que no se ama, tras la muerte de la niña. No han conseguido reconectar. Así que en caso de peligro extremo… pensar en el otro parece inviable.

Hasta que la muerte les sobreviene de nuevo. ¿Será que sí es necesario salvar al otro también?

Largas escenas, despojadas de música extradiegética, que se centran en la crudeza de la vivencia. El realismo de los asesinatos, la crudeza de las palabras del artista y la muestra de la desvalidez de la pareja ante semejante consternación introducen al espectador en este torbellino hacia el horror de la pérdida. Cada ciclo finaliza con un plano cenital, tan estático como una pintura, alejado de la escena, que nos obliga a reflexionar sobre lo ocurrido, al igual que a los protagonistas. El espectador sufre con ellos cada nuevo asesinato, y la repulsión pro los acontecimientos sólo se desvanece con las hipnóticas escenas en las que el teatro de sombras chinescas toman el relevo de los ciclos mortales. El primero, para explicar cómo la muerte de la niña, y tras su entierro, “el pájaro del amor” se pierde. La segunda, para mostrarnos la desvinculación emocional de hombre y mujer, y el literal apedreo pro su parte de un pájaro que renacerá sobre su propia muerte.

Porque a veces hay que tocar fondo en una relación para darse cuenta de lo importante que es mantenerla. Y de eso trata Koko-di koko-da, de la necesidad de madurar y enfrentarse a uno mismo para ser consciente de las cosas importantes que nos mantienen con vida en este mundo tras sufrir reveses que debemos convatir para mantener la cordura. La fábula, narrada con notable control del repetitivo espacio y utilizando personajes de cuento tan alejados de la realidad mostrada para intensificar la metáfora del universo mental e interconectado de cada protagonista, es todo un ejercicio formal que envuelve y atrapa, y consigue dejar un vacío en el espectador que le acompañada durante horas.

 

TRAILER – Patrick (De Patrick, Tim Mielants, Bélgica, 2019, Noves Visions):

 

TRAILER – Koko-di koko-da (Íd., Johannes Nyholm, Suecia/Dinamarca, 2019, Noves Visions):

 

Comparte:

Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *