La reconquista

La reconquista, volviendo a la nostalgia generacional

 

“I came here tonight because when you realize you want to spend the rest of your life with somebody, you want the rest of your life to start as soon as possible.”

Cuando Harry encontró a Sally (When Harry Met Sally, Rob Reiner, 1989)

 

Recordar. Arrepentirse. Tener otra oportunidad. Desecharla. Soñar. Y recordar.

La vida.

La vida no es Cuando Harry encontró a Sally. Ojalá lo fuese. La vida es el miedo al compromiso, a tomar una decisión errónea, a cambiar lo que ya nos va bien. La vida es vivir en un sueño, en una realidad imaginada mucho mejor, posiblemente, que la que estamos viviendo.

En la vida pocos son los que arriesgan. Y menos esta nuestra generación…


La reconquista es una mirada nostálgica, no tanto al pasado, sino a la pena de ser como somos. Unos cobardes incapaces de avanzar hacia la dirección (y sentido) que queremos.


Esta puede ser sólo una lectura… pero bien es verdad que La reconquista se nos antoja la Café Society (Íd., Woody Allen, 2016) de Jonás Trueba. Porque si Allen se escudaba en los gloriosos años veinte hollywoodienses para describir, con toda seguridad, un hecho con tintes biográficos, Trueba filma La reconquista pensando en llegar al fondo del corazón de toda una generación que le comprende, porque ha vivido, si no lo mismo, algo muy similar. La de Allen nos dejaba con el corazón encogido, pero con ganas de conseguir lo que queremos, como el gánster protagonista (y no como los dos niñatos alelados). La de Trueba… el alcance de su realismo (porque en el fondo sabemos que no cambiaremos), nos deja con una triste sonrisa en la boca.

 

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Y es que el director encuentra en la presentación de la historia de amor y desamor de sus dos protagonistas, como ya es habitual en sus films, un tono afable, lento y armonioso.

Parece que no avance cuando en realidad está dejando un poso que acabará retomando al final para hacer explotar, a su manera, una bomba de sensaciones y sentimientos en el espectador. Parece que se pierde en los momentos musicales, cuando la letra de las canciones augura todo lo que se ha contado, y va a contarse. Trueba ha encontrado la mejor forma de dirigirse a esos treintañeros que seguimos perdidos entre la adolescencia y la madurez. Si, por ejemplo su anterior Los exiliados románticos (2015) ya nos describía una fotografía del momento de esta misma generación (representando al del miedo al compromiso – ¿irónicamente? interpretado por el mismo actor que ahora mira hacia atrás en La reconquista -; al del miedo a perder su oportunidad, y al del miedo a quedarse solo), con La reconquista podemos ver cómo el que podría ser perfectamente de nuevo el primero de los protagonistas descritos se ha dejado llevar hacia adelante, hacia el compromiso, hacia una vida que le trata bien pero no es la suya… porque nunca quiso aceptar la necesidad de escucharse a sí mismo.

Y sí, la técnica de Trueba se basa, como sus historias, en la simplicidad. Planos fijos que juegan, como mucho, con el cambio del enfoque; encuadres que evitan, la mayoría de veces, poner en el centro a sus personajes (con el efecto de crear en el espectador esa sensación de estar espiando a otro, que no es más de sí mismo, porque, a su pesar, reconoce lo que está viendo). Pero sí, Trueba evoluciona, nos habla de la vida con los ojos de un experto, cierra el film sin cerrarlo, porque representa con el montaje (presente, pasado, presente) esa certeza de que si no actuamos, volveremos hacia atrás… a revivir un pasado que ya no existe, y a imaginar un futuro que tampoco lo hará. Atrás, adelante, atrás… Parece que, como Allen, Trueba pida que tomemos una decisión. Pero, como decíamos al inicio… el propio director sabe que no vamos a ser capaces de hacerlo.

 

TRAILER – La reconquista (Jonás Trueba, 2016)

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Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

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