El alma, luz espiritual. Pero si la tuya te pesa…. ¿almacénala y olvídate?
“Believe me, when you get rid of your soul everything makes so much more sense. Everything becomes, well, functional, and purposeful.”
Cold Souls (Íd., Sophie Barthes, 2009)
Paul Giamatti ha perdido la inspiración. No, mucho peor: es incapaz de sacar adelante la preparación de su nuevo personaje, Vania de Chécov, porque se siente demasiado identificado con él y su incomprendido hastío por una vida que parece sin sentido. Pero su agente le dice que lea el último artículo del New Yorker, acerca de las bondades que ofrece una revolucionaria clínica: liberarte de tu alma.
Fuera preocupaciones, nada de pensamientos oscuros. Extrae tu alma y almacénala.
Olvídate de ella y sé feliz.
¿Es posible?
Bajo esta sencilla premisa, Sophie Barthes firma el guión y primer largometraje que fue presentado en el Festival de Sitges 2009. Giamatti, interpretándose a sí mismo, no únicamente se abre al espectador sino que se adentra junto a él a realizarse preguntas que el hombre se hace desde hace siglos…
¿Existe el alma? La película lo da por hecho, claro. Pero, ¿cuál es su función? ¿No pasa nada si no le hago caso? ¿Puedo “desactivarla” y seguir siendo yo mismo, o guarda recuerdos o aspectos tan básicos de mi verdadero “yo” que sin ella los demás notan el cambio?
Es decir: Si puedo deshacerme de ella (y de los sentimientos que me apesadumbran)… ¿Sigo siendo yo?
Giamatti deberá valorar todas estas dudas para acceder a dar el importante paso y, no obstante, el filme va más allá de estas preguntas básicas para adentrarnos en una polémica introspección inconsciente: ¿Nos gustamos tal y como somos? ¿Preferiríamos vivir “con el alma de otras personas” más creativas, o sensibles, o atrevidas, o lo que sea que cada uno de nosotros necesitemos? ¿Cómo influiría ese “cambio” en nuestros valores y principios? ¿Estamos dispuestos a ser diferentes? ¿Nos quejamos de todo que tenemos, y sólo podemos valorarlo cuando nos deshacemos de ello?
Cold Souls indaga en las preocupaciones del famoso actor llevando al extremo la situación: Giamatti accede a extraer su alma, pero no siente nada. Todo le da igual, y el papel de la obra lo interpreta de forma tan vacía que están a punto de despedirle. Es entonces cuando accede a introducirse el alma de otro. Las consecuencias serán tan desternillantes como, seguramente imposibles. ¿O no?
La reflexión se deja en manos de un espectador que verá cómo se complica la vida del protagonista a medida que va tomando las decisiones incorrectas, siempre considerando su propia personalidad, y se le obliga a pensar sobre qué haría él mismo en una (im)posible situación como la propuesta distópica. Por si esto fuera poco, Barthes carga, además, contra un sistema capitalista que permite la explotación de los más débiles mirando hacia otro lado, haciendo un paralelismo entre las mafias rusas de la droga y un posible tráfico de almas, pero también con las entidades de capital riesgo. Y es que… si ya en In Time (Íd., Andrew Niccol, 2011) se hablaba de liberar el control de la élite sobre el tiempo/dinero, ¿no es más que razonable pensar que si las almas pudieran dar beneficios no se querría también rentabilizar por parte de las altas esferas?
TRAILER – Cold Souls (Íd., Sophie Barthes, 2009):