#Sitges2020N1 (visionarios. Sneak…)

#Sitges2020, N1. Visionarios: de Kubrick, “Malick” y Dupieux. Sneak…

 

Kubrick by Kubrick (Kubrick par Kubrick, Gregory Monro, Francia/Polonia, 2020, Sitges Documenta)
The Book of Vision (Íd., Carlos S. Hitermann, Italia/Reino Unido/Bélgica, 2020, Oficial Fantàstic Competició)
Mandibules (Íd., Quentin Dupieux, Francia, 2020, Oficial Fantàstic Competició)

 

Un año difícil para el cine, y en especial para los Festivales, no ha hecho desfallecer al Festival de Sitges, que ha sabido seleccionar, un año más, una programación de calidad al alcance también de los que no hemos podido trasladarnos físicamente. A falta de poder disfrutar de uno de los platos fuertes, Possessor (Íd., Brandon Cronenberg, 2020), precisamente por no haber dado permisos on-line, haremos una pequeña cobertura con los títulos más afines a la línea de La realidad no existe. Comenzamos este breve sneak peek de Sitges 2020 hablando de… Visionarios.

 

Kubrick by Kubrick

 

Kubrick, Malick, Dupieux. Tres directores que supieron, y saben, encontrar en su narrativa la manera de volcar sus obsesiones. Tres de los directores preferidos de esta página, reencontrados en esta edición del 2020.

 

“Es un pedazo de mierda con talento”

Kirk Douglas, sobre Stanley Kubrick

Kubrick by Kubrick es un regalo para cualquier fan del director, e incluso mejor aún, para un primer acercamiento. El trabajo de Monro es notable: partiendo de las grabaciones realizadas por el crítico Michel Ciment durante sus exclusivas y privilegiadas entrevistas con el genio, recopilación conseguida durante casi tres décadas de contacto profesional, consigue enlazar las mejores reflexiones del visionario genio con las imágenes de archivo, fotografías, noticiarios y programas de variedades, haciendo fluir cada sentencia del fallecido director de forma que suenen tan categóricas que se antojan verdades incuestionables, y conectando mentalmente al espectador con cada referencia visual de su trabajo, hablando de sus obsesiones, remarcando sus intereses, llevándonos atrás y adelante en su filmografía para conectar cada referencia y que se grabe a fuego en una espiral hipnótica facilitada, además, por el centro neurálgico de todo el documental: la habitación de 2001: una odisea del espacio (2001: A Space Odissey, Stanley Kubrick, 1968). Una decisión para nada baladí.

La habitación extraterrestre es el perfecto paralelismo, la perfecta metáfora para definir, y analizar, a un director que en vida también decidió que su propia casa sería el centro de todo su trabajo. Extraña e imposible en su concepto barroco, la habitación quería ser tan perfecta que resultaba sospechosa. Lo mismo, a día de hoy, nos ocurre con el visionario: ¿quién era Stanley Kubrick? ¿el maltratador en el set que algunos describen, o al que adoran muchos de sus actores y crew al reconocer el talento que compartía con todos? El documental no se posiciona, permitiendo escuchar de primera mano frases del propio Kubrick explicando sin maldad que para hacer bien el trabajo es muy posible que haya tensiones en el equipo, en contraposición a los que dicen que le temían cuando sabían no estaban otorgando el resultado que sabían el director buscaba.

Monro nos permite conocer al director a través de su tono de voz, reconociendo en él una convicción en su forma de trabajar (“¿cómo hacer una película si no sabes de fotografía?”; “el ajedrez te previene de cometer errores más que a tener ideas”; “las batallas son el equivalente de la realización de una película”) y en su visión de la sociedad (“¿cuántos matrimonios felices hay? Barry se mete en una jaula de oro”; “en La naranja mecánica quise reflejar el futuro de la sociedad”; “si asumes que el hombre es fundamentalmente bueno, te decepcionará”; “la supervivencia humana depende de la inteligencia artificial”) tan lúcida como visionaria. La admiración de Ciment hipotiza también el desarrollo del film, asegurando al espectador que Kubrick había encontrado un digno interlocutor con preguntas y reflexiones a la altura de las suyas propias. El espectador reconoce el talento en el diálogo, y Monro lo fusiona en un contexto tan atemporal como la habitación. Tan atemporal que en 2020 toda la obra de Kubrick sigue siendo magistral.

 

The Book of Vision

 

Pasado, presente y futuro se suceden en 2001: una odisea del espacio, dando pie a una explicación racional, propuesta de la evolución del ser humano. En este sentido, y aunque Malick tiene y explota en su filmografía las mismas obsesiones que Kubrick, éste no puede evitar plantear el nexo entre razón y religión, entre Natulareza y Divinidad. Posiblemente por esta razón haya encontrado en The Book of Vision una buena producción, ayudando así a uno de los estudiosos ma´s abnegados de su trabajo.

 

“Lo místico y lo médico no deben mezclarse”
Buffy cazavampiros, temporada 5 episodio 8 (serie creada pro Josh Whedon, 1997)

 

El punto de partida es atrayente: una doctora que investiga un momento crucial de la historia de la medicina, el paso del nexo religioso al estudio del cuerpo y, por ende, a la identificación de tratamientos modernos, y el médico que pudo ser el iniciador de la transformación; un niño aparentemente desubicado en pleno siglo XXI; un ayudante que parece querer redimir sus errores del pasado… y un libro que podría contener la verdad sobre nuestra ubicación en el Universo. The Book of Vision se apodera de la creencia de todo está interconectado, vida y muerte, ciencia y espiritualidad. De que las almas se reencarnan, de que no podemos renegar del misticismo que envuelve nuestras vidas llenas de incógnitas… Visualmente con algún pasaje notable, la intencionalidad del film se ve, se comparte… pero no se siente. Las interconexiones entre pasado y presente, entre ciencia y espiritualidad, entre hechos y anhelos se describen, pero no se fusionan, objetivo básico de la propuesta. El guión esconde profundidad y reflexión, pero se queda en pasar de puntillas por todos los temas que se desea abordar, dejando la sensación de que las frases con más sentido flotan como si un narrador las arrojase a un vacío en imágenes que no recoge el testigo, y las que deberían funcionar como nexo se antoja deberían haber sido sustituidas por silencios. El director y guionista tiene tanto que contar que se olvida de hilvanar, abriendo en poco más de hora y media el libro de sus múltiples ideas, de sus visiones, tan de par en par que se olvida de conectar con cuidado los capítulos entre ellas, por muy relacionadas que adivinamos éstas están. Cuando podría dejar más espacio a la imaginación sobrellena la pantalla de imágenes bucólicas y hermosas, pero repetitivas en un contexto que el espectador ya ha comprendido, y cuando podría explicar más, alejarse de la idea y mostrar los hechos que la avalan con las experiencias de los dos momentos temporales explorados, se pierde en abrir nuevos frentes. La atrayente propuesta se convierte en un tedioso avance en círculos. La experiencia deja la frustración de lo que podría haber sido pero no es, quedando en ser recordada como una copia evidente (sus planos finales no le hacen ningún favor, el fervor por Malick queda demasiado patente), una buena e interesante teoría que no ha encontrado su engranaje.

 

Mandibules

 

“Y por mucho que lloren, por mucho que griten, por mucho que te lo supliquen… no les des de comer después de medianoche”

Gremlins (Íd., Joe Dante, 1984)

 

Dupieux lo ha vuelto a conseguir, y se convierte ya con toda seguridad en uno de los directores de referencia del Festival de Sitges, de la comedia absurda y de la profundidad reflexiva sobre el mundo en el que vivimos.

Si Réalité (Íd., 2014) es su propuesta más característica con respecto a su cine, por eso de que permite encontrar cualquier explicación, más o menos reflexiva sobre lo que supuestamente quiere transmitir, y Le Daim (Íd., 2019) es quizá ese punto de inflexión de su carrera en el que se permite autocuestionar el qué y para qué de su obra… podemos decir que Mandibules se encuentra entre la ligera absurdidad de Wrong Cops (Íd., 2013) y el autoconocimiento de Au poste! (Íd., 2018), las dos atendiendo al papel de cada uno de nosotros en una sociedad superficial… en la que necesitamos encajar.

Porque la pseudo-road movie de los dos amigos encuentra su mayor sentido en el momento que aparecen esos dientes de diamantes, tan poco prácticos en la mandíbula del que no tiene otra cosa que hacer con su dinero. El sentido de Mandibules no está en hacernos reír con las ocurrencias de los dos protagonistas, sino en cómo éstos se relacionan con su entorno: saber encontrar oportunidades donde no las hay, donde nunca las habrá.  El encuentro con el grupo de amigos que en realidad no conocen, caricatura de los jóvenes de hoy, es sólo la introducción al verdadero sentimiento que el director quiere denunciar: ansiar ser aceptado, sentirse parte de la sociedad consumista y capitalista, cueste lo que cueste… la escena de la entrega del maletín es más bien dramática, o así la debería sentir el espectador: el protagonista se queda atrás, sin hablar, mientras la familia sentada a la mesa ya casi se ha olvidado de su presencia hasta que el patriarca, en un acto de “generosidad”, da la limosna al mensajero de su regalo…
Domar una mosca es tan irreal como conseguir salir del lugar que se nos ha asignado, pero Dupieux termina con un mensaje optimista…
Desde su característica y aparente sencillez (la luz y los encuadres en la obra de Dupieux caracterizan su estilo directo y sincero), Dupieux se adentra de nuevo en su ya conocido género de comedia, menos absurda pero igual de efectiva, para denunciar desde un optimismo poco común en su filmografía la necesidad de revisar los valores personales y ensalzar lo que verdaderamente puede aportarnos la felicidad: la amistad de los que nos conocen y aceptan como somos. El altruismo del que sabe que estás en la misma situación que él. La felicidad está en las pequeñas cosas, pero el director, con su ya sabida picardía, no deja terminar su film sin antes hacer un guiño, casi literal al espectador, a que la vida nos pone a prueba, aun cuando ya hemos conseguido abrazar nuestra (en verdad) suerte, y es necesario revaluar esos valores que nos identifican, y reevaluarnos a nosotros mismos para no caer en la tentación que querer ser quien no se es, constantemente. ¡Toro!

 

TRAILER – Kubrick by Kubrick (Kubrick par Kubrick, Gregory Monro, 2020):

 

TRAILER – The Book of Vision (Íd., Carlos S. Hitermann, 2020):

 

TRAILER – Mandibules (Íd., Quentin Dupieux,  2020):

 

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Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

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