#Sitges2019N6 (locura)

#Sitges2019N6, Locura: de sectas, pastillas y remordimientos

 

Amigo (Oscar Martín, España, 2019, Oficial Fantàstic Competició)
The Lodge (Íd., Severin Fiala/Veronika Franz, Estados Unidos/Reino Unido, 2019, Oficial Fantàstic Competició)
El faro (The Lighthouse, Robert Eggers, Estados Unidos/Brasil, 2019, Oficial Fantàstic fora de Competició)

 

Locura. Es muy fácil tildar de “loca”, a la gente. A veces lo hacemos sin pensar en las implicaciones que puede acarrear la sentencia en el entorno en el que es pronunciada, o en el sufrimiento que está padeciendo la persona objetivo de nuestro comentario.

La locura puede ser genética, heredada. Pero también pueden comenzar sus signos tras sufrir un accidente, o en función de la educación recibida. Incluso por propia autodefensa, cuando los remordimientos nos reconcomen y la única salida es intentar olvidar lo que se ha hecho.

Intentar olvidarse a uno mismo.

Estas son las tres condiciones que trataremos en los films de esta crónica, hablando de Amigo, The Lodge y El faro (The Lighthouse).

 

Amigo

 

Comenzamos con el film español. Amigo se presenta como drama, ambientado en los finales de los setenta/principios de los ochenta, acercándonos al que va a ser el día a día de un cuidador y su enfermo, David y Javi, dos amigos de la infancia. Comprendemos a medida que avanza el film que el primero fue el causante de un accidente, y el otro el que más secuelas sufrió. Comprendemos también que David necesita el perdón de su amigo, y que éste no se lo da. La tensión entre los dos es sólo el primer eslabón de una cadena de acontecimientos que acabará por escalar desde la desconfianza hasta la supervivencia, a base de avanzar en la realista rutina que es atender a una persona. Esa es la baza del film: el realismo de las conversaciones, de las acciones del día a día seleccionadas. Un día a día que puede convertirse en un infierno, tanto para el paciente como para el que le socorre, llevándoles al odio en cuestión de semanas.

Algunas escenas realmente angustiosas potencian el resultado (ver a Javi arastrándose por las escaleras mientras intenta que el aire llegue a sus pulmones para pedir un socorro que, quizá… ¿sólo está en su cabeza? ¿o lo está en la del otro? ¿o en verdad es todo veraz, por las dos partes?), pero lo que más llama la atención es el aderezo sonoro, a veces también visual cuando se encuadra la imagen del televisor de la habitación de Javi: películas de la época del destape, de brujería, de anuncios empalagosos de Navidad… ¿Por qué situar Amigo en esta época? A la que esto escribe el visionado le ha traído recuerdos, y sensaciones, que tenía almacenadas lejos, muy lejos. Y al ver las imágenes y cómo se combinaban con las escenas de la pareja involuntaria, el resquemor se hacía grande, pero no soy capaz de explicar el por qué. Quizá me ha traído recuerdos nostálgicos combinados con la represión y pobreza del momento. Quizá me ha hecho pensar en la doble moral de la época, reflejo de la hipocresía de la amistad mostrada entre David y Javi. Quizá, escoger este momento temporal es lo que más me fascina de Amigo:  la ambientación ha sido capaz de crear un aura de malrollismo extremo, de una España que se iniciaba en esto de la democracia… y que acaba con dos amigos en un charco sangre.

Al final, el empatizar más o menos con una película puede tener la base en la conexión personal (¿social?) que se establece con ella.

Y esto es lo que personalmente no me ha ocurrido con The Lodge.

 

The Lodge

 

The Lodge arranca con uno de los inicios más impactantes que hemos visto desde hace tiempo, y que explica el comportamiento de los miembros de la familia que vamos a acompañar…

Navidad. Un padre y sus dos hijos van a pasar las vacaciones a la casa de la montaña. El padre se lleva a su prometida, mujer que no aceptan los niños, y menos tras la reciente muerte de su propia madre. Cuando el marido deba ausentarse unos días por trabajo, los tres tendrán que convivir. Si así lo desean. Consciente o insconscientemente.

La frialdad con la que avanza el film es la marca de su mensaje, reflejo también del paisaje escogido. Los directores investigan el comportamiento humano a través de los actos de los niños y la mujer, dejándonos claro que nunca hay inocentes y culpables (los fotogramas salpicados en momentos clave del metraje de la  casa de muñecas de los hermanos adelanta fielmente lo que va a suceder en la película si estamos atentos), y mucho menos que sea fácil identificarlos de forma certera. La idea de fusionar el origen de la locura en la educación y religión, y de investigar cómo puede afectar de una forma u otra a los personajes, es interesante, pero la película se pierde al intentar ser misteriosa tanto a nivel formal como narrativo, estirando hasta la exasperación las desventuras de los tres personajes atrapados (siempre puede pensarse que esa es la verdadera finalidad del metraje, exasperarnos) sin más sentido que el de reforzar la idea de que los traumas sufridos, sean del calibre que sean, pueden influir irremediablemente en cada uno de nosotros.

The Lodge es un film tan calculado que si el espectador no consigue entrar en el juego es muy fácil que se aburra en el trayecto. Y quizá se pueda aplicar esta misma sentencia al siguiente film… que es uno de los más relevantes de la programación de este Sitges 2019.

 

El faro (The Lighthouse)

 

Gran expectación con un film que ha levantado pasiones en todos los festivales pro los que ha pasado. El director de la notable La bruja: una leyenda de Nueva Inglaterra (The VVitch: A New-England Folktale, 2015) vuelve al festival con una propuesta mucho más arriesgada (que es mucho decir), y mucho más potente. Obra maestra y de culto instantáneo son calificativos tan imprudentes como no exagerados para esta El faro (The Lighthouse).

 

(spoilers)

 

¿Qué es la luz?

Thomas es un joven que se aleja de sus montañas natales huyendo de su pasado, pero también es un viejo que inventa y reinventa su propia historia.

Winslow es un aprendiz de farero de pocas palabras, pero también un elocuente y arrogante orador.

Thomas confunde a Winslow, Winslow no soporta a Thomas. Winslow no se reconoce en Winslow, y Thomas no quiere mirar atrás, a Thomas.

No saber lidiar con las consecuencias de los propios actos puede llevarnos a perder el norte, el objetivo. La lucidez.

¿Qué es la luz? La luz es la cordura.

Para del viejo es su privacidad, es el mundo que ha creado a su alrededor en el que se siente en equilibrio. Para el joven, es alcanzar el extasis, la redención, y el fin del sufrimiento. El equilibrio.

Un formato 4:3 tan claustrofobico como la mente de un Thomas que se debate en querer seguir siendo él mismo o transformarse en otra persona para olvidar sus peligrosas fechorías. Unos decorados que recuerdan vívamente el expresionismo alemán de inicios del siglo pasado, con techos bajos y angulosas paredes que dificultan la libertad de sus protaginsitas. Un mar fiero, y una niebla densa, para demostrar que la naturaleza del ser humano es tan frágil como inquebrantable. Y sirenas, y espejismos, y titanes y sirenas, y marineros muertos reencarnados en gaviotas que conocen el destino de Thomas, o de Wilson.

La soledad, y sus consecuencias, representadas en un blanco y negro tan arrollador como arropado por dos personajes atrapados en su decisión.

El faro (The Lighthouse) es visualmente poderosa, con unas composiciones que quitan el aliento aderezadas con una música envolvente, hipnótica. La caída a los infiernos de su/s protagonista/s es exponencial gracias a unos diálogos cada vez más enfermizos (¿no te gusta mi langosta?”) y un montaje acelerado de escenas inconexas, en contraposición a los pasajes iniciales que parecen pasar a dieciséis fotogramas por segundo (como en el cine mudo que parece imitar), que el espectador no puede atribuir ni al momento ni al lugar, ni a uno u otro interlocutor. La realidad, la mitología y la imaginación de Thomas, joven y viejo, se entremezclan para desorientar tanto a los protagonistas de la fábula como a los espectadores de la sala.

Formalmente impecable, con un guión que sabe pasar del silencio de sus protagonistas a berborreas apabullantes en los momentos precisos, hay que añadir que El faro (The Lighthouse) ofrece un duelo interpretativo de alto nivel en muchos momentos del film, aunque Dafoe toma las riendas de su personaje desde bien entrado el film para no soltarlas. Igual que su personaje no suelta la luz.

La película requiere de un análisis extenso y exhaustivo que permita relacionar todas las propuestas que se concentran en las menos de dos horas de su duración. Llegará, pero, por ahora, basta con decir que El faro (The Lighthouse) es una imprescindible de Sitges 2019, y de los estrenos del año.

 

TRAILER – The Lodge (Íd., Severin Fiala/Veronika Franz, Estados Unidos/Reino Unido, 2019, Oficial Fantàstic Competició):

 

TRAILER – Amigo (Oscar Martín, España, 2019, Oficial Fantàstic Competició):

 

TRAILER – El faro (The Lighthouse, Robert Eggers, Estados Unidos/Brasil, 2019, Oficial Fantàstic fora de Competició):

 

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Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

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