#DocsBarcelona2020N3: reconstrucción. Material, moral, emocional. Espiritual.
Rising from the Tsunami (Íd., Hélène Robert, Jeremy Perrin, Francia, 2019, Sección Oficial – Panorama)
Suspensión (Íd., Simón Uribe, Colombia, 2019, Sección Oficial – Latitud)
La naturaleza es sabia, y no la escuchamos. Ella nos advierte, pero la ignoramos. Por querer mantener un estatus, por querer demostrar que somos los avanzados hijos de Dios. Por querer seguir dominando. Por anteponer nuestra arrogancia.
Creemos no tener límites. Creemos poder mantener nuestra superioridad. Ante todos. Ante todo.
Y no es así.
Cuando el desastre llega, reaccionamos de formas muy distintas. Como individuo, como comunidad. A veces nos evadimos, a veces nos enfrentamos. A veces decidimos ayudar. A veces nos resignamos. Comenzamos con Rising from the Tsunami.
Rising from the Tsunami
En 2011 un terrible tsunami se llevó a más de 15.000 japoneses. Las secuelas de aquella tragedia siguen manifestándose en el día a día de las regiones más afectadas. A nivel racional, la ingeniería civil está levantando diques de contención. “Es feo, pero salva vidas”, dice el jefe de obra. A nivel emocional, el recuerdo de los que no sobrevivieron arranca lágrimas a padres, hijos y abuelos que aún no han encontrado los cuerpos de sus seres queridos. Y a nivel espiritual, son muchos los que han encontrado la paz. Porque han encontrado un grupo de meditación, porque ya son capaces de recordar aquellos días sin miedo… o porque son felices porque sus familiares les visitan. En sueños. A modo de brisa imposible que hace sonar las campanas de los pequeños santuarios en los domicilios. Introduciéndose en el cuerpo de algún medium…
Japón es un país que integra en su creencia popular la convivencia con los fantasmas, y el documental integra este concepto más onírico con el día a día de sus habitantes. Y lo hace ya sea con unas bellísimas imágenes que superponen cientos de medusas en la montaña (mientras se nos explica la historia de un hombre en busca de su hija, que tuvo que ser guiado hacia la luz al no haberse dado cuenta de que había muerto en la fatal tragedia), o filmando en primer plano un secador de pelo, que se nos muestra tan lleno de vida como cualquier ser humano, mientras nos sorprende la conversación en la peluquería de clienta y profesional comentando sin problema que una de ellas sí ha podido sentir a los espíritus, mientras la otra hace notar su disgusto por no poder tener esa sensibilidad.
Humanos y espíritus conviven, y es tal la afirmación que duele escuchar a un sacerdote eso de que “me incomoda que algunos tiren las cenizas al mar, cuando algunos siguen buscando allá a sus seres queridos”. Una frase que rompe, por muy lejos que aquí sintamos la tragedia.
Da igual no creer en espíritus, el respecto a los supervivientes que rezuman tanto los testimonios como la forma de filmarlos provoca el incondicional acompañamiento a sus sentimientos e historias.
La combinación de estos momentos tan íntimos y reveladores de la integración, sin condiciones, sin miedo, de los mundos espiritual y terrenal con las titánicas construcciones que se aceleran para proteger a los pueblos acaba revelando una desconocida nostalgia, y una paz en el espectador inconmensurable. Nostalgia de una cultura abierta al más allá, nostalgia de la imposibilidad de sentir lo mismo. Nostalgia de un país que acepta que la naturaleza debe ser cuidada, y que se puede estar en equilibrio con ella. El espectador llega a pensar que el gran dique tiene una doble finalidad: contener las grandes olas, y contener a los espíritus para que siga existiendo el equilibrio entre los dos mundos. No en vano los japoneses consideran que las almas suben a la montaña para descansar.
Quizá sea eso lo que pasa en Colombia, que las almas de sus muertos no permiten que se las moleste en su nuevo hogar. Vamos a Suspensión.
Suspensión
A finales del siglo XIX los monjes capuchinos ayudaron a crear un sendero que unía Pasto con Mocoa, en Colombia. En sólo dos años, y con más de mil trabajadores al día, la conexión entre poblaciones fue posible.
A mediados de siglo XX, y con los carros (y coches) siendo cada vez más una necesidad de transporte, se construye la ahora conocida como la carretera más peligrosa del mundo: el trampolín de la muerte. Una carretera que tardó más de treinta años en ser construida, y que la falta de mantenimiento convirtió en mortal.
La llegada del siglo XXI, y de nuevos políticos, trae una nueva variante, basada en la ruta de los capuchinos. Colosales puentes que se alzan victoriosos y acabarán atravesando las montañas pretenden ganar el pulso a un terreno en el que las lluvias torrencialesse llevan por delante todo lo que encuentran. Piedras, barro… y personas.
De la mano de un ingeniero civil, tras presentarse antes las primeras fotografías de aquellos que construyeron la primera variante, conoceremos las extremas condiciones de la actual vía que serpentea los riscos, y le acompañaremos a las nuevas obras.
Uribe coloca estratñegicamente sus cámaras para captar lso problemas de la actual carretera, para seguir a los obreros y las condiciones metereolorógias en las que deben trabajar. La cámara filma la noche, los ruidos del agua cayendo sobre el metal… hasta llegar a 2017.
En 2017, el gobierno se quedó sin dinero. Las obras se abandonan, y Uribe sigue filmando. Filma cómo los helechos se abren paso entre el cemento, cómo los nidos de pájaros se acoplan a los gigantes pilares de un puente inacabado. La ambiciosa obra se convirtió entonces en acceso (ilegal) de turismo. El director filma desde la distancia a los divertidos visitantes, que al menso así pueden contemplar la naturaleza salvaje que se escondía entre montañas.
La obra abrió paso a que la civilización se acercase a los secretos de la Naturaleza.
El ingeniero se queja de que sin mantenimiento, en diez años será imposible retomar el trabajo. Uribe lo demuestra: el cemento se llena de humedad, algunas de las construcciones ya son sólo runa. La naturaleza se abre camino, y se siente de nuevo la dueña de un terreno que siempre ha sido suyo.
“No hay problemas técnicos”, dice el ingeniero. “Algo se está haciendo mal. Es ancestral, viene de generación en generación”. La sentencia nos recuerda a Rising from the Tsunami. Allá conocen que la naturaleza tiene su propia misión, y se preparan para que su ira no se aplaque ante ellos. En Colombia, el gobierno tuvo la oportunidad de conseguir finalizar su propósito… pero era contra natura.Seguramente las peleas políticas fueron las que detuvieron los túneles, aunque quizá fue que no pudieron hacer frente a los continuos cambios en los consejos de los topógrafos. Y quizá fue lo mejor: a finales de Marzo de 2017 otro torrente de agua se llevó por delante pueblos enteros. Se llevó, como anuncia el documental, la vida de nuestro querido ingeniero.
Suspensión nos recuerda nuestro lugar en el Mundo. Un lugar en el que debemos convivir con otros seres. Un lugar en el que los caprichos del ser humano no pueden pretender superar la necesidad de la Naturaleza Salvaje. No podemos doblegar nuestro entorno, debemos adaptarnos a él. Quizá el destino sea que el sendero de los capuchinos sea la única vía posible, y segura.
TRAILER – Rising from the Tsunami (Íd., Hélène Robert, Jeremy Perrin, Francia, 2019, Sección Oficial – Panorama):
TRAILER – Suspensión (Íd., Simón Uribe, Colombia, 2019, Sección Oficial – Latitud):