#DocsBarcelona2017N5: Vínculos. De naves espaciales, metros y hermanos.
Spaceship Earth (Íd., Kevin McMahon, Canadá, 2016, Panorama)
21 x New York (Íd., Piotr Stasik, Polonia, 2016, Panorama)
Brothers (Íd., Wojciech Staron, Polonia, 2015, What the Doc)
Vínculos afectivos, vínculos gravitatorios. Vínculos entre personas, entre habitantes, entre especies. Por qué no, vínculos entre asteroides. Y vínculos con uno mismo… quizá los más importantes.
Todos son necesarios, y analizables. Porque cuando la soledad habita nuestro corazón, cuando no somos capaces de valorar las conexiones que debemos cuidar a nivel personal, con el entorno que nos rodea, con el mundo en general… entonces no valoramos lo que tenemos. Si menosprecio mis logros, nunca podré valorar los de los demás. Rodeados de gente nos sentimos solos. Rodeados de una Naturaleza de la que formamos parte, únicamente pensamos en cómo sacarle provecho.
El aquí y ahora es lo que prima. Las futuras generaciones ya harán lo que tengan que hacer para conseguir el equilibrio. Un equilibrio que quizá se sustente en la realidad virtual.
Pero vayamos por pasos. Y qué mejor forma que de una visión global, a la más local. Comenzamos con Spaceship Earth.
Spaceship Earth
Cuando el hombre puso en órbita el Apollo en 1968, pudo ver, por primera vez, una “puesta de Tierra”. Es decir, que contempló el planeta tal y como (ad)miraba hasta el momento a la Luna, o el Sol: esférico, hermoso… lejano. Una visión “macro” del planeta que habitamos lo sitúa en nuestra mente como lo que realmente es: un pequeño astro perteneciente a una pequeña galaxia, creado hace billones de años tras el Big Bang… y al que tenemos mucho que agradecer.
Spaceship Earth comienza proponiéndonos este cambio de paradigma con respecto a nuestra visión diaria de lo que nos rodea. La Tierra es una nave que viaja, y nosotros sus pasajeros. Si la nave falla, no llegaremos a un destino que, ahora mismo, nos es desconocido. Un destino individual, pero que debemos contemplar, y analizar, como especie. Sólo de esta forma la estrategia a seguir, para que nuestros actos sean sostenibles y hagan perdurar su significado durante siglos, será válida.
“Todos somos hermanos, provenimos de la misma fuente genética”, se dice en un momento del film. De esta forma, la visión “macro” obliga al espectador a pensar en su ciudad, en su país y, finalmente, en el mundo al completo. En lo que estamos haciendo para mantenerlo, en las iniciativas de algunos países que pueden exportarse con facilidad a otros lugares para avanzar.
Lo que no se dice abiertamente es que, en esos genes, todos llevamos el egoísmo marcado a fuego. Así que no nos sorprendemos al ver que se ha tardado más de viente años en conseguir un acuerdo entre naciones (no vinculante, claro), para combatir el cambio climático.
Y es que este es el objetivo principal del film.
Adornado con la ¿transgresora? visión de que formamos parte de una nave, se esconde un documental casi en su totalidad informativo acerca del cambio climático. Sin ser una crítica, porque es un tema al que lamentablemente debe recurrirse de forma periódica y continua, es verdad que el documental no responde a la “venta” que se le hace a Spaceship Earth, quedando el espectador con ganas de saber más de esa visión global, en lugar de mostrársele repetidamente imágenes de desastres y de la bella naturaleza que va a perderse, no se sabe si en cincuenta o dos millones de años.
De hecho, el documental se vuelve mucho más interesante cuando muestra los proyectos de algunos países para encontrar energías renovables, que cuando hace incapié en la falta de comunicación entre países y, no obstante, este sermón nos sigue siendo necesario, ya que es realmente cierto que los gobernantes de cada país siguen mirando a sus propios beneficios en lugar de pensar que, en definitiva, todos somos iguales.
La frontera es una creación del ser humano.
Spaceship Earth cierra con un halo de esperanza, y ansía haber conseguido el objetivo de despertar el interés en el cuidado de nuestro mundo. Lamentablemente, sabemos que no es así. Y no lo es por lo que nos muestra, precisamente, 21 x New York.
21 x New York
Aristóteles escribía en su ‘Política‘ que “El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al individuo (…) el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios“.
Interesante. En un momento de 21 x New York, uno de los viajeros del metro al que sigue el director dice que es posible que la tecnología sea la respuesta a lo que el hombre está buscando desde el nacimiento de la especie: aislamiento. Una reflexión que se conecta directamente con la utópica búsqueda de llegar a ser (un) dios. Si esta teoría es válida, ciertamente podemos asegurar que vamos por el buen camino…
… porque los vínculos entre personas son cada vez más difusos.
Lo que consigue Stasik con su hipnótica visión es demostrar lo solos que estamos, aun estando rodeados de gente. El director encapsula en su visión de los veintiún “personajes” seleccionados en el metro de Nueva York toda una ciudad, toda una sociedad. Todo un mundo… de soledad. Y de nostalgia. Y de tristeza. Y de desamor.
Todo un mundo de egoísmo, que parte de nosotros mismos.
Y es que el mundo, la sociedad, está formado por personas. Personas de lo más dispares, pero con una necesidad global: sentirse parte de algo. Aunque, seguramente, sea de una realidad virtual, una realidad hecha a la medida de cada uno de nosotros.
21 x New York se apoya por encima de todo en un poderoso montaje y banda sonora para acompañar, y contrastar, las ideas y reflexiones de sus protagonsitas. Algunos buscan el amor, otros se resignaron hace tiempo a reencontrarlo; algunos prefieren ser maltratados a vivir en soledad, otros se sienten orgullosos de poder decir que son más felices pensando, conectados con la naturaleza, que estando acompañado de personas en la ciudad; algunos buscan relaciones superficiales, otros saben que necesitan compañía duradera… pero todos están solos, en la gran ciudad.
Voces en off; planos fijos en el metro, de cómo la gente no se mira a la cara; colores saturados para acentuar algunos pasajes… imágenes que demuestran las vidas aceleradas que tenemos, y de las que no somos capaces de zafarnos, e imágenes que consiguen captar la quietud de lo que rodea a esas personas auténticas que han decicido no formar parte de ese “todo” disfrazado de moralidad. 21 x New York es poética por utilizar una simbología consistente en combinar pensamientos dispares, pero con un única preocupación. Es magnética, por haber condensado y plasmado en imágenes y en escasa hora y media la complejidad de las relaciones, de los vínculos, debido a las distintas personales de cada uno de los individuos. Y es única, porque nos refleja, y avergüenza, a todos.
Pero hay esperanza. Quizá, fijándonos en el nivel más básico, es decir, en la relación entre dos personas y con uno mismo, encontremos respuestas que nos ayuden a reconectar con nuestras emociones y sentimientos, y a encontrar aquello que comentaba Aristóteles: el ser humano es social por naturaleza. Quizá Un padre (Íd., Víctor Forniés, 2016), o Brothers, nos ayuden en esta cruzada.
Brothers
Miradas y silencios dominan Brothers. La complicidad entre los dos hermanos octagenarios se palpa durante todo el film. No sabemos su pasado, no sabemos la profesión de uno de ellos (el otro es artista), no sabemos ni los años que se llevan. Qué más da. Porque lo que sí sabemos es que existe un profundo amor entre los dos.
El amor, la clave para mantener el vínculo. Para valorarse.
Imágenes sencillas para seguir a los hermanos en su rutinaria vida, basadas principalmente en el uso del plano fijo (de hecho se nota falta de dominio en el enfoque, por ejemplo, en algunas escenas con la cámara en movimiento) y con un tempo que trasmite cómo viven el paso del tiempo los protagonistas, contrastadas con las cintas de Super 8 de hace veinte, cuarenta años. Unas imágenes que no dicen nada especial de cada uno de ellos, pero sí transmiten vitalidad, y tristeza.
La nostalgia de otros tiempos que parecen irrecuperables. Porque los tiempos, ahora, son los de 21 x New York.
Veremos lo diferentes que son (uno con mucha energía, creativo, artista; otro nostálgico, resignado, esperando a la muerte, que sin embargo acompaña y ayuda a su hermano en cualquier reto que le proponga), y el respeto que sienten el uno por el otro. Los encuadres serán cómplices del espectador: en todo momento, si es posible, aparecerán los dos hermanos, jugando también con la profundidad de campo. Porque el vínculo fraternal se ha tornado casi de pareja, la compañía que se dan es irremplazable, y lo captamos incluso con una única escena: no la del uno vistiendo al otro, sino la de uno pintando, y el otro, a cinco metros de distancia, observando lo que pinta.
La relación entre los dos hermanos es el reflejo de su propio conocimiento personal: uno sabe que es necesario ser optimista para seguir viviendo, el otro sabe que debe intentarlo para no defraudar al primero. Quizá una visión “micro”, com ésta, de la fuerte relación con uno mismo y entre dos personas acabe, algún día, traduciéndose en que los presidentes de los países del mundo se ayuden los unos a los otros, por el bien de la Tierra. Porque, aunque nuestro destino sea estar conectados gracias a la realidad virtual… seguirá siendo necesaria la existencia de nuestro preciado planeta.
TRAILER – Spaceship Earth:
TRAILER – 21 x New York:
TRAILER: Brothers:
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