6º aniversario, ¿quién dijo “consolidación”? Porque el Americana Film Fest sigue y sigue creciendo… (#Americana2019N8)
“Mazorcas de maíz. Maíz dulce, amarillo. De consumo fresco. Maíz con identidad propia, muy alejado a ese de consumo en cines, vinculado al puro entretenimiento. Maíz más que conocido en Estados Unidos, y con cada vez más adeptos en Europa, y en España. Pero sobre todo en Barcelona. Desde hace seis años.”
Así comenzábamos el texto previo del festival. Un texto en el que ya intuíamos que la 6ª edición de este Americana Film Festival (#Americana2019) no iba a conformarse, teniendo en cuenta el buen gusto de las anteriores ediciones, con mantener la calidad de su selección. Se preveía que la organización se proponía darse a conocer de forma exponencial. Hacer llegar el buen cine a más público indie….
Los datos oficiales son espectaculares: el festival indica un incremento del 30% en la venta de entradas, que ha provocado 14 sold out.
Se dice rápido.
¿Cuál ha sido el éxito de este #Americana2019?
Una mejor organización y contactos que han permitido tanto ampliar proyecciones en otras sedes como programar actividades profesionales; la posibilidad de (a)traer a invitados de lujo dentro de este circuito alternativo; la convicción de que es necesario incluir a la profesión crítica, a través del jurado de la Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica (ACCEC) para reconocer oficialmente el trabajo que hay detrás de las películas independientes, y que ha premiado la excelente We the Animals, con Mención Especial a Wildlife y Blaze…
… y una programación excelente que se caracteriza por tener en cuenta a un público exigente, pero con gustos muy variados. La que escribe ha podido disfrutar de 15 películas, 10 de ellas con amplias reseñas en lo que ha sido la cobertura de la realidad no existe para este #Americana2019, y que demuestran que films autorales o más mainstream pueden compartir temática y mensajes más o menos moralistas. Entre los no reseñados específicamente (pero la que aquí escribe es incapaz de no concederles, al menos, una pequeña mención), encontramos films cuya única finalidad aparente es el feel good de turno, pero que esconden tras sencillas puestas en escena mensajes tan claros como la necesidad de madurar y dejar que los tuyos hagan lo que más desean, sin poner obstáculos ni imponer egoístas finalidades (Hearts Beat Loud, Íd., Brett Halley, 2018), o que resumen, a modo de documental de investigación y con un simple “it doesn’t matter!”, pronunciado y llevándolo hasta las últimas consecuencias por el propio Bill Murray, que es necesario relativizar y que hay que vivir el día, el momento, para tu propio bien y ayudando en lo posible a los que te rodean, sean conocidos o desconocidos (The Bill Murray Stories: Life Lessons Learned from a Mythical Man, Íd., Tommy Avallone, 2018)… o que demuestran, con mínimos recursos (y relativa imaginación…) y como anuncia también Bill, que la vida está llena de altibajos, y que cuando todo va mal es muy posible que termine bien y puedas cumplir tu sueño (americano) antes de que vuelvan a torcerse (We the Coyotes, Íd., Marco La Via, Hanna Ladoul, 2018). En contraposición a los anteriores, dos films que se sitúan como espejo y que pasan del “buenrollismo” a la más pura tensión y drama y que nunca, también para bien y como dicotómica decisión para el espectador, pronunciarían eso de que “no importa lo que hagas”: el (innecesario) remake de la homónima La profesora de parvulario (The Kindergarten Teacher, Nadav Lapid, 2014), centrado en las malas decisiones que toma una profesora (frustrada por carecer de talento para la poesía) que no quiere se pierda la necesaria curiosidad y creatividad de un niño, en una sociedad más pendiente de los móviles que de los libros (The Kindergarten Teacher, Íd., Sara Colangelo, 2018), y cuyo mayor valor es la humanidad que Maggie Gyllenhall otorga a su personaje, haciéndonos defenderlo aunque no compartamos sus actos. Y Free Solo (Íd., Jimmy Chin, Elizabeth Chai Vasarhelyi, 2018), el documental ganador del Oscar 2018 que sigue el día a día de un deportista mucho más preparado, conscientemente, para autosuperar su resistencia física que para auto-retarse a establecer relaciones inetrpersonales… Personas con una filosofía de vida centrada, como dice el protagonista de la segunda, en el odio a uno mismo. Interesante concepto, y seguramente respuesta a una mentalidad muy alejada a las convicciones y valores del espectador y que, sin embargo, le arrancan también admiración… quizá por haber encontrado un propósito. Y sí, es verdad. Quizá el error es intentar tener uno. Quien sabe, tenemos buenos ejemplos que rebaten las dos posiciones.
Ahora sí: hasta aquí Americana 2019. Pero una cobertura de un gran Festival parece que no es nada sin un Top, así que… mi personal Top 3:
3. Tyler (Íd., Sebastián Silva, USA, 2018, Tops)
“Con una cámara en mano (recurso principal durante absolutamente todo el film) que contagia la desazón del protagonista, Silva consigue un film continuamente incómodo, pero con un significado que varía completamente de inicio a fin.”
2. We the Animals (Íd., Jeremiah Zagar, USA, 2018, Tops)
“Mezclando el realismo de las escenas más duras (…), con la animación de los dibujos con los que Jonah drena sus frustraciones (…), e intercalando cierto grado de fantasía (…), Zagar consigue que el espectador obtenga una composición global y clara de las emociones a las que un niño que está creciendo en una familia disfuncional es capaz de enfrentarse.”
1. Friday’s Child (Íd., A.J. Edwards, 2018, Next)
“Edwards opta por la simetría de unos planos confinados durante gran parte del film en un formato 4:3 que intensifican la opresión a la que se (auto)somete el protagonista, aderezada además por una intimidación conseguida gracias a objetivos que fuerzan y distorsionan las imágenes…”
Nos vemos en #Americana2020. #feslinidie!