#Americana2017N2 (soledad)

#Americana2017N2. Soledad: de locos, de ¿cuerdos?, y de ovillos de cordones de colores

 

 

Donald Cried (Íd., Kristopher Avedisian, USA, 2016, Next)
Another Evil (Íd., Carson D. Mell, USA, 2015, Next)
Christine (Íd.,Antonio Campos, USA-Reino Unido, 2016, Tops)
Certain Women (Íd.,  Kelly Reichardt, USA, 2016, Tops)

 

Conseguir tus objetivos. Sentirte respetado. Sentirte parte de algo.
Ser recordado.
Ser amado.

Todos queremos formar parte de un núcleo más o menos acotado, más o menos cercano. Todos queremos Triunfar con nuestros amigos, con nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo… La realización personal como vehículo a la felicidad.

No hay nada peor que sentirse ignorado. Y solo.

De soledad hablan, con enfoques muy dispares, los cuatro primeros films vistos en Americana 2017

Donald Cried inaugura el festival con una premisa interesante, aunque manida: la vuelta al lugar de la infancia, al reencuentro con amigos y vecinos que fueron conscientemente repudiados años atrás…
Pero el film no se centra en el recién llegado, sino más bien en explotar la cara ¿cómica? del amigo abandonado, del que hace lo imposible por retener al otrora mejor amigo en la pequeña ciudad. Y aunque parezca difícil de imaginar, nos encontramos ante lo que podría calificarse como la esencia, destilada pero sin refinar, de una Beautiful Girls (Íd., Ted Demme, 1996) en la que se invierten las tornas, no hay chicas guapas y se obvian subtramas. Porque sí, nostalgia, reflexión sobre la carrera y vida escogida, y reconexión con la persona que se era (y se ha querido olvidar) son las propuestas principales de un film que, aun queriendo demostrar que no debemos dejar de mirar atrás, a lo que nos define, a través de las ilusiones y desilusiones del amigo abandonado (y atrapado en un pasado que no reconoce como tal), no consigue atrapar nuestra atención.

Centrar la trama en los dos amigos y su interacción durante las breves horas que uno de ellos está de visita sería coherente para explotar los objetivos del realizador, pero las repetitivas situaciones influyen negativamente en un espectador que rápidamente olvida los (pocos) squetches con gracia, y que, aun habiendo empatizado inicialmente con los personajes, acaba por volver a su posición de mero observador cuando no se le consigue ofrecer nada novedoso. Una lástima porque, a pesar de todo esto, Donald Cried no deja de ser un reflejo fiel, e incluso en cierta medida realista, de unos niños que pertenecemos a una generación perdida, “criados por nuestras madres” como diria Tyler Durden, que o nos hemos estancado por no saber madurar, o hemos sido tan soberbios como para suponernos mejores que nuestros propios ancestros.

 

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Donald Cried

 

Curiosamente, el Donald de Donald Cried se parece mucho al Os exorcista de Another Evil.

 

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Another Evil

 

Si Donald es el inocente amigo que se alegra de poder ver a su héroe, al que siempre ha considerado superior a él y referente, Os es el psicópata de turno que encuentra en cualquier manifestación de afecto un claro indicio de amistad duradera.
Another Evil destaca por transformar una comedia de humor absurdo en un drama ligero que invita a empatizar con esas personas que se sienten víctimas de un complot social para quedar (auto)apartadas de la posibilidad de mantener relaciones duraderas. La excusa de la supuesta casa encantada, los sencillos y más que efectivos efectos sonoros y de maquillaje (más que en sagas tipo Paranormal Activity, sin exagerar) y un divertido guión (complementado a la perfección con una cutre puesta en escena y salpicado incluso con un hilarante deus ex machina) permiten conocer rápidamente  a los personajes y sufrir tanto con el propietario de la casa como con el exorcista.

El exorcista… un personaje construido alrededor de estereotipos desubicados. No cumple con la idea del padre Merrin, pero sí con la del inadaptado social que sabe esconderse entre la multitud. En cambio, desafortunadamente, Donald es caracterizado como el tonto de pueblo, con el objetivo de obtener la simpatía del espectador a través de la búsqueda del ridículo del que ha decidido (consciente o inconscientemente) quedarse en su ciudad natal, sin ambiciones, ni esperanzas. Por este motivo la elección  de Another Evil es mucho más inteligente, y divertida.

En cambio, los dos comparten rasgos que definen a estos freaks: dificultad de relacionarse con otras personas, escogiendo conversaciones fuera de lugar para conseguir captar la atención; exaltación de sentimientos cuando se sienten atendidos; frustración ante el sexo femenino (las alusiones sexuales en los dos casos son tan simples como las necesidades a cubrir de los dos protagonistas)…

¡Ah! La figura femenina. No podemos pasar sin destacar que en Another Evil podemos encontrar un curioso tratamiento de su papel heroico: las mujeres son tratadas como objetos, con un gran machismo por parte de los dos personajes principales (cómo se dirige Os al propietario de la casa al querer ridiculizarle diciendo que ella es la que manda; o que no se muestre la cara de la mujer, ni la de la stripper…), pero es la mujer la que finalmente acaba teniendo el gran protagonismo del film. Su actuación en un momento clave de la película le devuelve, intencionadamente, toda la relevancia de la que había sido desprovista. Parece, sinceramente, que haya sido la intención del realizador desde el incio de su propuesta. Todo un giro que ensalza la ya de por sí defendible película.

Pero volvamos a los personajes atormentados por su soledad. Y hablemos de Christine.

 

Christine

 

Christine. Basada en hechos reales.
Christine. El análisis de un suicido en antena.
Christine. La pausada y penetrante presentación de una paranoia personal, derivada de la presión de su hostil, a veces por agresivo, a veces por indiferente, entorno.

Christine va tejiendo su discurso partiendo de la comparativa con el caso Nixon: un hombre obsesivo, una mujer con ganas de demostrar lo que vale; un hombre poderoso, una mujer que no es consciente de sus limitaciones. Dos personas paranoicas, que sucumben a sus propios delirios.

Pero, ¿cuáles son los delirios de la periodista?

El film avanza lento pero seguro, conociendo en primer lugar a una mujer segura de sí misma, para ir introduciendo, poco a poco, las dudas que la atormentan: criada en un entorno hippie (y con una falta de atención que se acaba traduciendo en problemas de sociabilidad), Christine no ha tenido ninguna relación a sus ya 29 años. Le da miedo abrirse con sus compañeros de trabajo, le da apuro incluso ir al ginecólogo. Christine vive de sus ilusiones y expectativas,  de su autoexigencia, y de conseguir metas profesionales. Las únicas de las que se ve capaz poder dar respuesta.

Así que la frustración de esas expectativas personales, unidas a las profesionales, llevan a la protagonista a tomar la conocida decisión.

Pero esta sucesión de escenas no define a Christine. Ni a Christine.

Christine encuentra en esta historia el origen de cierto tipo de televisión, y se erige como ejemplo autoproclamado para facilitar la reflexión ante lo que debemos pensar es nuestra sociedad. ¿Cómo ha afectado a nuestro actual entorno beber de este sensacionalismo? ¿Cómo ha afectado a unos profesionales que, presumiblemente, no estaban/están dispuestos a realizar cierto tipo de reportajes? Ambición y moral se entremezclan en el film, dejando que las decisiones de la propia Christine nos den respuesta.

Así que, quizá, el momento más importante de Chrsitine se produce en esa escena en la que está hablando con el guapo George, y en la que éste le confiesa que tiene una pesadilla recurrente: soñar con cordones de zapatos, de colores, totalmente enredados. Así se siente en su vida laboral, y seguramente profesional. Y así se siente Christine.

Y así, seguramente, nos sentimos todos. Al menos en algún momento de nuestras vidas.

Ambición y moral, difícil equilibrio.

El final de Christine es el final de una vida que se eleva como ejemplo para el resto de sus compañeros, para la profesión en general. Las escenas inmediatamente posteriores son una apuesta para la autoreflexión, un pequeño aliciente para la esperanza: compañeros, amigos y una madre lloran no la pérdida de la mujer, sino el no haber hecho nada para evitarla, habiendo sigo testigos mudos de su situación. Sólo George, por haber pasado por una situación similar intenta ayudarla, aunque ya sea demasiado tarde (y aunque no sea consciente de su influencia en la parte más personal de la periodista).

Pero cuando nos parece que el mensaje ha calado, cuando el film se presta a echarnos un mano para ser conscientes de que debemos actuar de forma distinta… llega el epílogo. Su compañera de trabajo, y amiga, se presenta en plano medio comiendo helado en la cocina de su casa. Sola, piensa, seguramente, en los acontecimientos vividos. ¿Hará algo para no convertirse en la nueva Christine?

¿Haremos algo nosotros?

Christine es fuerte, y reivindicativa, al contrario que su protagonista. Christine toma la fuerza de su roto personaje para cuestionar una sociedad sólo unida por vínculos morbosos. Una sociedad que prefiere ver cómo un hombre ha quemado su propia casa antes que seguir el caso de un presidente corrupto.

 

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Certain Women

 

Reivindicativa es también Certain Women. Tres historias conectadas exclusivamente por la casual y desconocida intersección de los caminos de sus protagonistas. Tres historias en las que, como en Another Evil, la mujer es el centro de todo, en este caso desde el inicio.

Tres historias en las que la soledad es el cuatro protagonista.

Kelly Reichardt homenagea a tres mujeres que deben sobrevivir a su soledad. Una soledad autoimpuesta, ya sea por no encontrar aliciente en un trabajo al que se ha dedicado toda su vida, por centrarse más en una misma y en el provecho personal y descuidar la relación de pareja, o por sentirse inferior, añadiendo la ocultación de la orientación sexual. Tres mujeres importantes para su entorno, en positivo y negativo, y que no se consideran importantes para ellas mismas.

Reichardt, con su realismo y tempo habitual, con su detallada fragmentación de las historias que quiere contar, no posiciona al espectador. Muestra el día a día de mujeres similares en ambientes totalmente dispares pero igual de bellos al encontrar la armonía que les une. Hacer cruzar sus caminos en un pequeño pueblo de la América profunda se convierte en la exaltación de la idea original: pertenecemos a una sociedad en la que el individuo se ha olvidado de los necesarios vínculos con otras personas para encontrar la felicidad. Sólo el amor, puro y generoso, el que no espera nada a cambio, es la fuerza que nos hace seguir. Así que el plano final de la trabajadora del rancho es tan desoladora como necesaria. Porque, en cierto sentido, no deja de ser esperanzadora.

 

TRAILER – Donald Cried:

TRAILER – Another Evil:

TRAILER – Christine:

TRAILER – Certain Women:

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Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

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