Americana Shorts (#Americana2017N1)

Americana Shorts: la identidad en Americana 2017

 

El pase de cortos en La Casa del Cine empieza con una agradable sorpresa: el estreno en exclusiva para los asistentes del clip promocional de esta cuarta edición del Americana 2017. Así que nos encontramos con un hombre de mediana edad, con sobrepeso y  apoltronado en su sofá, que  escucha uno de los famosos mítines de Donald Trump en los que, claro, dice eso de que “hagamos América grande otra vez”

El Festival, fiel a la filosofía que define su programación, se posiciona (y mucho) con respecto a la ideología de este representante de una gran mayoría y, mientras observamos atentos cómo avanza la propuesta, sólo se nos pasa una cosa por la cabeza: ¿cómo podemos ser tan diferentes?

 

Identidad

 

De una persona. De un gato. De un guante de traje espacial.

Identidad a la que nos aferramos. Por creencias, educación y principios. O que creemos conocer, o eso nos gustaría, cuando observamos a otros, más o menos allegados. Sean personas, animales, o incluso objetos.

Qué más da.

La sesión de cortos Americana Shorts se inicia con el interesante The Irracional Fear of Nothing (Íd., Paul Trillo, 2016), que sigue, literalmente, a Terry en un día cualquiera de su vida. Un día que son muchos… porque cuando no sabemos salir de nuestras propias preocupaciones, paranoias o irrelevantes problemas entramos en un bucle en el que ni aún nuestros éxitos son parecen destacables. El formato seleccionado integra al espectador en la mente del protagonista, ayudándole a  empatizar con él y sus pensamientos y a preguntarse si alguna vez ha actuado así…

 

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The Irrational Fear of Nothing

 

En el extremo opuesto pero con la misma finalidad que el anterior, encontramos a los chicos de We Live This (Íd., James Burns, 2015) y su canto a sonreír para sobrellevar los infortunios. Centrarse en la música y el baile para no volver a caer en las drogas o estar en la calle. El corto, documental con un ritmo y control del espacio loable, les sigue también en su día a día, y rezuma denuncia desde el optimismo, quizá uno de los mejores formatos para despertar a un espectador que ya no se influenciado a movilizarse a través del drama.

Siguiendo con la exaltación de la identidad encontramos el curioso Trash Cat (Íd., Kelsey Goldych, 2015), corto de animación para los cat lovers que se emocionan con cualquier cosa siempre que haya un gatito de por medio (y, por supuesto, remarcando su carácter autónomo); A Song For Your Mixtape (Íd., Brandon Zuck, 2016), el menos destacable de la selección porque su supuesta transcendencia (la intención de retratar el egoísmo de una generación como identidad global que la define) se ve ahogada tanto por su intencionado formato de vídeo musical como por su previsible desenlace; o Her Friend Adam (Íd., Ben Petrie, 2016), inexplicablemente ganador del premio especial del jurado en Sundance, y que centra su propuesta en hacer ver al espectador, partiendo de una situación habitual y lamentablemente con una mirada demasiado histriónica, cómo la falta de confianza en uno mismo puede afectar tanto a tu entorno que te hace replantear incluso si tus dudas son, en realidad, hacia el objeto/sujeto causante de la disputa. A destacar, eso sí, un guión que refleja la relación cotidiana en pareja que se transforma paulatina y verazmente en una acalorada discusión.

Por último en esta primera tanda, destacar la originalidad de Glove (Íd., Bernardo Britto, Alexa Haas, 2016). Basado en la imagen real de un guante que accidentalmente se pierde en el espacio, los directores coordinan un corto de animación en el que relacionan el común objeto tanto con sus orígenes (alguien pensó su diseño, se fabricó, se distribuyó…) como con el paralelismo del motivo de nuestra propia existencia. Y es que, en el universo, somos tan insignificantes como un guante que atraviesa flotando miles de galaxias antes de desintegrarse… Pero eso no nos quita valor.

Relacionado con este agradable cuestionamiento de Glove, Where You Are (Íd., Graham Parkes, 2016) se convierte en un ejercicio nostálgico sobre el devenir de nuestra vida, sobre nuestra responsabilidad como padres y sobre el necesario reconocimiento que, si no viene de nuestros allegados, debemos hacernos a nosotros mismos. Haciendo pasar los años en pocos minutos con la excusa de encontrar al hijo que está jugando al escondite, vemos la transformación del entorno de una familia, de las preocupaciones a las que hay que atender en cada época y de la recompensa que se acaba obteniendo… o no.

Una oda a las madres, y al amor familiar en general.

Y este amor a la familia nos lleva a comentar también el corto más surrealista de la seleción. Seth (Íd., Zach Lasry, 2016) pasa de un guión gamberro a sacarnos una sonrisa por habernos llevado, sin darnos cuenta, hacia la reflexión de nuestra generación: no quiero trabajar, quiero tener muchos amigos, sentirme libre… pero ser reconocido, sobre todo, por mis padres.

El amor familiar visto, a diferencia de Where You Are, desde el punto de vista del hijo. Y, también a diferencia del anterior, tratado desde el humor surrealista. Cuidado a nivel formal y argumental, la supuesta deficiencia del protagonista se transforma en el sentimiento más profundo que define nuestra falta de identidad y amor propio.

 

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Seth

 

Sobre cómo enfrentarse a las situaciones, sobre cómo expresar los sentimientos a los demás (incluso hacia uno mismo), sobre cómo superar la pérdida, y sobre cómo ser fiel a uno mismo, también nos habla el notable Thunder Road (Íd., Jim Cummings, 2016). Notable porque pese a su dificultad asume el reto de ser grabado en un único plano secuencia. Difícil interpretativamente porque su único protagonista principal (también director) debe pasar de aparentar nervioso y decir tonterías a emocionarse, llorar, tranquilizarse, hablar atropelladamente e incluso bailar sin perder la compostura. Si además le añadimos que se atreve con el humor casi melodramáticamente hilarante dentro de una iglesia en pleno entierro… no hay que perdérselo. Un corto que recuerda que nadie debe decirnos cómo comportarnos, y mucho menos hacer caso de sus opiniones.

 

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Thunder Road

 

Y cerramos con Memory Box (Íd., Audrey Ewell, Aaron Aites, 2016), el mejor corto de toda la selección. Un corto que recuerda a la imprescindible Remainder (Íd., Omer Fast, 2015) vista en Sitges 2016, y en cuya reseña ya decíamos que recordaba a Upstream Color, por lo que cerramos el círculo: Shane Carruth aparece en este corto como protagonista crucial para la trama.

En Remainder el protagonista contrata a actores para que repitan una y otra vez escenas de sus propios recuerdos para encontrar solución al inexplicable accidente que sufrió meses antes. La repetición allá se convertía en circular, una forma de demostrar el acercameinto al dolor desde una imposible racionalidad.  Aquí, en Memory Box, parece (y sólo parece) que el punto de vista que vamos a seguir es el de los actores que deben interpretar las escenas del pasado de un caprichoso multimillonario, que bien podría haber sido el protagonista de Remainder… En cualquier caso, los dos films, en sus distintos formatos (aunque muy similares en su planteamiento argumental y técnico), plantean al espectador una misma pregunta: encontrar sentido a lo que sucedió. A lo que sucede. Al dolor físico y mental… ¿es necesario? ¿Podemos encontrarnos a nosotros mismos analizando nuestros recuerdos (al fin y al cabo, “yo” sólo existe en mis recuedos y en los de los demás)? ¿O a través de su estudiada mejora? Esto da para otro texto… pero Memory Box (y Reminder) son un buen inicio de debate.

 

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Memory Box

 

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Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

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