Revolución (Juan Francisco Ferré)

Revolución: El mundo como escenario, el futuro como presente

 

Año 2037. El profesor de filosofía y padre de familia Gabriel Espinosa, que solicitó hace ya tiempo una excedencia voluntaria, decide aceptar la oferta de trabajo de la misteriosa Universidad Panaeuropea de Millares, nacida tras la crisis económica de 2027. Junto con sus esposa y sus tres hijos se trasladará a la Urbanización Palomar y, rodeado de los últimos avances tecnológicos, vivirá una inolvidable experiencia cercana a una revolución. ¿O tal vez no?

Revolución es una novela sobre el futuro escrita desde el presente, pero también es una novela sobre el presente visto desde un cierto futuro. Un futuro que no es ni utópico ni distópico. Un futuro que, de tan cercano, podría ser inminente. Un futuro que, mal que nos pese,  está más presente que nunca en nuestro día a día. Un futuro en el que, como en este mismo momento, la humanidad está siendo sometida a una experimentación constante. Un futuro en el que somos datos, variables, clientes, compradores, consumidores, usuarios y víctimas de un sistema económico y social que nos instrumentaliza. ¿A alguien le resulta familiar?


Juan Francisco Ferré construye con Revolución un artefacto narrativo con múltiples capas. Y digo “construye” porque todos los elementos, sucesos y personajes que forman parte de esta novela aparecen estratégicamente colocados, como si hubiese sido planificada con esmero por un cualificado arquitecto que sabe que cada decisión, aunque pueda parecer banal, afectará profundamente a su construcción.


A pesar de ello y, para fortuna del lector, se trata además de una novela abierta a múltiples interpretaciones, ya que, como bien sabe su creador, toda esta diversidad de lecturas no hace sino enriquecer la obra una vez ha sido escrita, generando de alguna manera un work in progress que hará que nunca quede completamente cerrada. Al menos, mientras haya alguien dispuesto a leerla. Porque la vida, al igual que la literatura, se compone a menudo de contradicciones y es difícilmente reducible a una mera fórmula. Porque, como bien dice su autor, la supuesta verdad llamada “objetiva” puede ser cuestionable desde cualquier discurso. Y el mundo, ese extraño lugar que habitamos, es un lugar tan horrible como maravilloso. Un lugar en el que la Inteligencia Artificial cobra progresivamente un mayor protagonismo y, al mismo tiempo, el pensamiento filosófico es cada vez más denostado y la inteligencia humana más cuestionada. Aunque, después de todo y continuando con esta sarta de contradicciones, ¿no podría ser una prueba de inteligencia el hecho mismo de cuestionar la inteligencia? A fin de cuentas, esto es lo que hace Gabriel Espinosa desde que llega a la misteriosa urbanización Palomar; una urbanización que, a medida que avanza la novela, más que como un paisaje se conforma como un enigmático escenario.

Las influencias presentes en Revolución nos remiten a autores que incuestionablemente  han marcado un punto de inflexión en la literatura contemporánea; autores arriesgados y kamikazes como Thomas Pynchon o Don DeLillo, por ejemplo. Pero también nos remiten al mundo del cine y en concreto al cine de Stanley Kubrick, autor de tres películas como son 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odissey, 1968), El resplandor (The Shinning, 1980) y Eyes Wide Shut (Íd., 1999). Tres películas en apariencia muy distintas pero que abordan varios aspectos principales que estructuran la trama de esta novela: la evolución de las nuevas tecnologías y el imparable avance de la Inteligencia Artificial, el enfrentamiento del escritor (o en este caso del profesor) con sus propios fantasmas y la reflexión sobre el sexo y las estructuras familiares, son varios de los ejes a partir de los cuales Ferré desarrollará esta turbadora historia no exenta de un particular sentido de humor.

Del mismo modo que Dante Alighieri estructuró las tres partes de La Divina Comedia en 33 cantos, Juan Francisco Ferré construye y distribuye su particular revolución en tres partes (Anamorfosis, Karma y Revolución) y treinta y tres días. Treinta y tres días en los que su protagonista, Gabriel Espinosa, tendrá que enfrentarse a una particular bajada a los infiernos, rodeado de una avanzada tecnología consecuencia de una sociedad de control impregnada de neoliberalismo y acompañado por una perturbadora Inteligencia Artificial que, ironías de la vida, se encuentra ya cansada de vivir.

El 3 de abril de 2016, Ferré decidió que iba a escribir Revolución. Y el detonante de esta decisión fue ni más ni menos que Marcel, el erizo al que Ferré dedica la novela. Acaso un particular confidente más que una simple mascota, creo intuir. Me pregunto si el nombre de Marcel será un homenaje a Marcel Proust, quizás a Marcel Duchamp o quién sabe si tal vez a ambos. En 1887, el año del nacimiento de Duchamp, Proust se dejó fotografiar por Paul Nadar, el famoso fotógrafo y periodista francés. Desde ese momento, ambos hombres quedarán unidos de modo casual pero no banal por la fotografía, ya que Man Ray, fotógrafo y gran amigo de Duchamp, fotografió al autor de En busca del tiempo perdido en su lecho de muerte. Y digo todo esto con el único fin de sacar a colación términos como “tiempo” y “muerte”, que en una novela como Revolución pueden convertirse en palabras clave, sí,  pero también en conceptos a reconsiderar.

 

 

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Artista visual, escritora y crítica cinematográfica. Coeditora de la revista de crítica y análisis cinematográfico Contrapicado. Ha colaborado en publicaciones como Caimán Cuadernos de Cine, Sofilm, A* Desk, Cortosfera, Miradas de Cine, Sala 1 o Pliego Suelto, entre otras. Ganadora de la beca de videoarte de la Fundación BBVA, la beca Fundación Guasch Coranty o la beca Bòlit Mentor entre otras. Premio Embarrat IEI 2018 y premio a la mejor artista ART NOU 2012. Exposiciones individuales: Apuntes para una fuga (Centre del Carme, Valencia, 2018), Posibilidad y Palabra (Twin Gallery, Madrid, 2017), Anotaciones para una eiségesis (Twin Gallery, Madrid, 2015 y Centro de Arte de Alcobendas 2016), Obras (in)completas (Sala Muncunill, Terrassa, 2014), Acotaciones tras la cuarta pared (La Capella, Barcelona, 2013) e Intento frustrado de enumeración y explicación de todos aquellos elementos que resultan superfluos en la construcción de una catedral (Capella de Sant Roc, Valls, 2013). En 2012 publicó Mecánica de la desidia, su primera novela de ficción.

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