La flauta mágica

 

Cine en la ópera, ópera en el cine: una renovada puesta en escena para La flauta mágica

 

“(Sarastro):

¡Oh vosotros, servidores iniciados

de los dioses Osiris e Isis!

Con pureza de alma os digo que

nuestra reunión es una de las más

importantes de nuestra época:

Tamino, hijo de rey,

está en la puerta norte del templo,

quiere arrancarse su velo nocturno

y entrar en el santuario de la luz.

Extracto del libreto La flauta mágica (Die Zauberflöte), singspiel estrenado en 1791

 

Muchos recordarán la dirección de La flauta mágica por parte de un enfermo Mozart, víctima de la malicia de su amigo/enemigo Salieri, en la oscarizada Amadeus (Íd., Milos Forman, 1984). La película arrastró a muchos de mi generación a querer saber más del malogrado compositor pero, por encima de todo, fue clave para descubrir la hermosa aria de La Reina de la Noche que, continuando con el tono gamberro de la “biografía”, se presenta como inspirada por los chillidos de la suegra del músico:

 

 

La lucha del bien contra el mal para los más jóvenes. El camino a la iluminación defendido por la masonería, para los adultos. La flauta mágica, el singspiel (ópera cómica) más famoso de Wolfgang Amadeus Mozart, permite una divertida y a la vez reflexiva doble lectura que sigue siendo motivo de análisis (y admiración) dos siglos después de su estreno.

Ahora bien: en un mundo acelerado, en el que la sociedad prefiere pasarse horas mirando el móvil antes que estar sentado tres en una butaca… ¿Cómo conseguir que la ópera cautive de nuevo, y también a los más jóvenes? Independientemente del precio de las entradas (y que ha llevado a que el sucedáneo de ópera en el cine este cogiendo cada vez más adeptos), que sería motivo de debate, la verdad es que una puesta en escena tradicional, con el bosque, el pajarero, el castillo, la reina… se nos puede antojar bastante aburrido para los más mayores, más cuando ya se ha visto varias veces la obra, y cuando sabemos que la ambientación y personajes son la tapadera de una intención mucho más profunda.

Esto mismo debieron pensar Suzanne Andrade, Barrie Kosky, directores de escena y creadores del concepto de la nueva propuesta que se ve premiada cerrando la temporada del Liceu de Barcelona 15/16, y que abrirá la siguiente 16/17. Y, en verdad, se lo merece. ¿Por qué?

 

la flauta magica 1

 

El poder de la imagen y el mapping más básico sirven de inspiración en esta revisión y encuentran rápidamente la complicidad del espectador. El escenario se reduce, para convertirlo en una pared blanca con algún saliente perfecto para la ubicación de los actores y también para dar volumen a la proyección. Porque sí, el formato teatral se pierde para dar paso al cinematográfico: sin la profundidad de campo que otorga el escenario ni la libertad de movimiento de la puesta en escena convencional, se juega ahora en pro de una escenificación que, aunque (imaginativa) 3D, se centra mucho más en las evocadoras imágenes proyectadas sobre el blanco escenario, diseñadas especialmente para la función, y las voces de los intérpretes.


No obstante… ¿qué tipo de imágenes pueden potenciar tanto el críptico libreto como la excelente composición de Mozart para La flauta mágica?


Recurrir a la corriente cinematográfica del expresionismo alemán no es una decisión a la ligera: recordemos que se caracterizó por tratarse de un cine de estudio, en el que los decorados con perspectiva y uso dramático de la iluminación para exaltar el ambiente opresivo predominaban, además de la supersposición de imágenes. La simbología de estos decorados (líneas muy marcadas, geometrías, relación alterada de tamaños y volúmenes entre los objetos y las personas) ayudaban a expresar físicamente los sentimientos de sus protagonistas, y en especial sus reacciones.

 

la flauta magica 5

 

De esta forma, utilizar esta estética como concepto de una obra también llena de simbología es brillante: La Reina de la Noche se convierte en una enorme araña; el look de Pamina recuerda a la Lulú de La caja de Pandora (Die Büchse der Pandora, Georg Wilhelm Pabst, 1929) [1]; Monostatos es el vivo retrato del Nosferatu de F. W. Murneau (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922)… Y, aun así, lo más innovador, quedando perfectamente integrado en la obra, es la sustitución de los pasajes hablados en la ópera original aquí por los típicos fotogramas de cine mudo a modo de carteles con la tipografía típica de la época, haciendo especial uso de la de Metrópolis (Metropolis, Fritz Lang, 1927) cuando están el el castillo de Sarastro (con imágenes que recuerdan, también, a los símbolos de la masonería).

 

la flauta magica 4

 

Por si esto no fuera suficiente, la evidente aureola cómica que envuelve a La flauta mágica se ve reflejada en la transformación de Papageno, el pajarero y acompañante de Tamino en su cruzada, en… Buster Keaton. Curiosamente, se crea una extraña y sorprendente complicidad con la decisión cuando se enmarca el personaje en los decorados expresionistas.

Pero quizá lo más sorprendente del montaje sea, precisamente, el efecto que produce en el espectador la eliminación de las fronteras entre las tres artes: teatro, música y cine se entremezclan como nunca visto anteriormente en el Liceu de Barcelona, aportando una innovación tan agradecida por el público como correspondida a base de aplausos interminables. Auguramos un inicio de la temporada en Septiembre tan mágico como el cierre de la actual.

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[1] Bonito juego, ¿consicente o inconsciente?: el libreto de la ópera popular se basa en el relato ‘Lulú o la flauta mágica/Lulu oder die Zauberflöte’ de August Jacob Liebeskindy, aunque el nombre es para el príncipe (Tamino en el libreto). Allá se le encarga por parte de un hada que encuentre a la doncella, hada que aquí se convierte en la flauta en sí.
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PRESENTACIÓN – La flauta mágica (Liceu de Barcelona, T15-16 / T16 – 17):

 

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Apasionada del cine y en especial del subgénero de viajes en el tiempo, estudia un Máster en crítica cinematográfica (2008-2009) y se convierte en redactora en El Espectador Imaginario hasta 2011, año en el que cofunda Cine Divergente. Redactora en Miradas de cine desde 2013 y cocoordinadora de su sección de Actualidad desde 2016, además de ser miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y Escritura Cinematográfica) desde 2014 (y de su Junta de 2015 a 2019), en los últimos años ha publicado críticas y ensayos cinematográficos, cubierto festivales, participado en programas radiofónicos especializados y colaborado en los libros 'Steampunk Cinema' (Ed. Tyrannosaurus Books, 2013), 'Miradas: 2002-2019' (Ed. Macnulti, 2019), 'El amor en 100 películas' (Ed. Arkadin, pdte. publicación) y 'David Fincher: autoría líquida' (Ed. MacNulti, pdte. publicación). Ahora, y tras cursar un Máster en Gestión Cultural (2016-2018, UOC)- y un Máster en Filosofía (2020-2022) para obtener una visión completamente holística y complementaria también a sus estudios de Ingeniería, amplía sus textos críticos más allá del cine, entrando también en la ficción, y quiere demostrar que "la" realidad no existe y es producto de nuestra imaginación.

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