Consejos de bar, un diálogo
—Con esa actitud, no conseguirás a la chica.
El hombre se giró para observar al sujeto que le había sacado de sus pensamientos. Era el chico que había entrado hacía un rato en el bar, el chico que había conseguido que todos se fijasen en él: alto, delgado, rubio, tremendamente elegante… irradiaba juventud, y seguridad. A él le había molestado, no sabía muy bien por qué. O no quería reconocerlo. Y ahora…
El joven se acercó más a él, apoyando su cadera en la barra a un palmo de distancia de su cuerpo. Un brazo en jarra, el otro sobre el mostrador, con la mano rodeando el vaso de whisky con hielos que había hecho tintinear poco antes para llamar la atención. Tras varios segundos de silencio incómodo, volvió a hacerlo, y esta vez con descaro, poniendo el vaso a la altura de su cara y con una sonrisa tan amplia que al hombre le pareció burlona, intimidante.
—Déjame en paz, no tienes ni idea.
—Digamos que mirándote, observándote durante escasos cinco minutos, lo sé todo sobre ti.
—¿Ah sí? —intentó sonar despreocupado, pero se atragantó un poco con su propia saliva. «Patético», pensó, y bajó los ojos hacia su bebida para esconder la vergüenza.
—A ver: en la cuarentena. Hoy has tenido un mal día en tu trabajo. Eres oficinista, no vendedor. Cobras por lo que haces, no hay más. Eso lo dice tu traje, que tiene, por el corte, unos diez años. La mugre de unos zapatos que cuentan con una vida casi tan extensa como los pantalones me dicen que los has estado cuidando para no gastar, pero que últimamente no tienes ganas ni de conservarlos en mínimo buen estado. Eso lo dice también tu camisa mal planchada, e incluso tu corbata descosida. No tienes apariencia de tener pareja, ni de haberla tenido nunca. Al menos estable. Y tu modelo de gafas me confirma que tu aspecto no te interesa. Seguro que devoras ciencia ficción, porque es lo que realmente permite que te evadas de una rutina que has llegado a odiar. La chica que te gusta, o es de la oficina, o… es la taquillera del cine al que vas cada semana. Y hace poco te has dado verdadera cuenta de que no se ha fijado nunca en ti…. No creo ni que lo hayas confirmado hablando con ella. De hecho estoy seguro. Simplemente lo viste en su mirada vacía cuando por fin intentaste entablar una conversación.
Todo era cierto. Al pie de la letra. La chica era la del cine, sí. Él había querido, torpemente, bromear sobre si era sacrilegio comer palomitas viendo un film de Winding Refn. Y ella… en fin.
El chico siguió:
—Pero no te preocupes. Voy a ayudarte.
—¿Cómo? —dijo, y le dio igual el tono de súplica que salió de sus labios. Se iba a poner en manos de un completo desconocido… que se estaba preocupando por él.
—Espera… ¿desconocido? Para nada. ¿No sabes quién soy? ¿No me reconoces? Mírame bien. Mira mi porte, mi pelo, mi confianza al hablar. Yo soy tú, cuando aún tenías ilusión por el cambio, por la vida, antes de decidir dejar de arriesgar por miedo a la incertidumbre, o a otro rechazo. Yo soy tú, viniendo para recordarte de lo que eras, y eres, capaz. Sí, yo soy tú, instándote a retomar ilusiones, y a que te des cuenta de que, como antes, si el resultado es fallido… siempre, siempre, hay alternativas. Así que… ¿qué vas a hacer con la chica?
El hombre miró su mano… e hizo tintinear los cubitos por tercera vez. —Otro whisky —dijo al camarero alzando la voz mientras observaba su reflejo en el espejo tras las baldas rebosantes de botellas. Se paso la mano por el pelo para poner en su sitio cuatro mechones que hasta entonces caían sin gracia sobre su frente. Enderezó su corbata, antes de decidir quitársela y dejarla en la barra. «Mañana es viernes, día de estrenos. Tiene pinta de que le gusten las comedias románticas, ¿verdad?». Sonrió. Sin esperar ya respuesta.
Julio de 2019, Arantxa Acosta
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Imagen de portada: fotogramas de Tully (Íd., Jason Reitman, 2018) y Crazy Stupid Love (Íd., Glenn Ficarra, John Requa, 2011), películas y argumento que han inspirado este relato.
TRAILER – Crazy Stupid Love (Íd., Glenn Ficarra, John Requa, 2011):
TRAILER – Tully (Íd., Jason Reitman, 2018):